El reciente incendio en la Mezquita-Catedral de Córdoba, uno de los monumentos más emblemáticos de España y Patrimonio de la Humanidad, ha puesto de nuevo sobre la mesa una verdad incómoda: el riesgo cero no existe.
En pleno siglo XXI, los bienes históricos siguen siendo vulnerables a incendios y otros siniestros que pueden poner en riesgo no solo su valor arquitectónico y artístico, sino también la seguridad de quienes los visitan.
Riesgos inevitables, pero controlables
Los edificios históricos presentan retos únicos para la seguridad:
- Materiales inflamables y delicados.
- Instalaciones eléctricas adaptadas a estructuras antiguas.
- Restricciones para instalar sistemas modernos sin afectar la estética.
Estos factores exigen que los Planes de Autoprotección y los medios de extinción se diseñen de forma especializada, incorporando tecnologías no invasivas y protocolos claros para emergencias.
Seguridad bien invertida, riesgo minimizado
El riesgo cero no existe, pero una seguridad bien planificada y financiada puede reducirlo a niveles mínimos:
- Sistemas de detección temprana y extinción no invasivos para patrimonio.
-Vigilancia extrema con personal formado en emergencias.
- Simulacros periódicos con coordinación real entre monumento y servicios de emergencia.
- Mantenimiento preventivo de instalaciones eléctricas y climatización.
Conciencia y responsabilidad social
En demasiadas ocasiones, la seguridad se percibe como un gasto. Pero proteger un monumento como la Mezquita-Catedral es proteger nuestra historia, identidad y herencia cultural.
Invertir en seguridad es invertir en continuidad. No solo se trata de conservar piedras y arte, sino de garantizar que las futuras generaciones puedan disfrutarlos.
Reflexión final: el camino que nos queda a los Técnicos de Seguridad
Como Técnicos de Seguridad, nuestra misión no termina con la instalación de equipos o la redacción de planes. Nuestra verdadera labor es concienciar.
Nos queda mucho que recorrer para que instituciones y sociedad comprendan la grandeza de la seguridad. Hay que derribar la idea de que es un gasto y reemplazarla por la visión de que es una inversión estratégica y ética.
La seguridad no se ve… hasta que falta. Y cuando falta, el daño puede ser irreversible. Por eso debemos seguir luchando para que la prevención ocupe un lugar prioritario en la gestión de cualquier patrimonio histórico.
El incendio en la Mezquita-Catedral de Córdoba es un recordatorio claro: no basta con reaccionar, hay que prevenir, invertir y creer en la cultura de seguridad.